Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes aquí en Leticia, Amazonas, Colombia, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo, y ver el tema que tenemos señalado para esta ocasión, que es: “EL MISTERIO DE LA LUZ QUE DISIPA LAS TINIEBLAS”.
Para lo cual quiero leer en el libro del Génesis, capítulo 1, [versos] 1 al 5, donde dice Dios en Su Palabra:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día (o sea, el primer día)”.
Nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LA LUZ QUE DISIPA LAS TINIEBLAS”.
Conforme a la Escritura Dios creó los Cielos y la Tierra; y en este pasaje hemos visto cómo sucedió todo.
Y en el Evangelio según San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, tenemos más información de parte de Dios de cómo fue la Creación llevada a cabo. Dice San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan el Bautista).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era la Luz), sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron (o sea, le rechazaron, pidieron Su muerte, y fue crucificado Jesucristo a petición del pueblo hebreo por mano del imperio romano).
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón (o sea que no es por medio del nacimiento natural, a través de papá y mamá), sino de Dios”.
Nos ha dado potestad de ser hechos hijos de Dios por medio de nacer del Espíritu de Dios; de lo cual Jesucristo le habló a Nicodemo, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede entender)”.
Nicodemo pensó de un nacimiento natural como el que había tenido por medio de su madre, y le dice: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Cómo puede hacerse esto el hombre ya siendo viejo? ¿Puede entrar en el vientre de su madre, y nacer de nuevo?”. Porque Nicodemo estaba interesado en entrar al Reino de Dios, como cada uno de ustedes y como todo ser humano que ha escuchado acerca del Reino de Dios.
Y Nicodemo, estando ya viejo: “¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre, y nacer?”, pregunta a Jesucristo.
Si tenía que entrar en el vientre de su madre y nacer: tenía que entrar en el vientre de una ancianita si estaba viva, y si había muerto (su madre) entonces le era imposible a Nicodemo obtener el nuevo nacimiento y así entrar al Reino de Dios.
Pero Jesucristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”.
Le habla de un nuevo nacimiento, no del nacimiento que es por medio de una mujer sino por medio del nacimiento que es por medio del Espíritu de Dios, del Espíritu de Cristo, el cual se obtiene cuando la persona cree en Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibe el Espíritu de Cristo; y así la persona obtiene el nuevo nacimiento y entra al Reino de Dios, entra al Cuerpo Místico de Cristo, y viene a ser parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
O sea que una persona no puede decir: “Yo me voy a meter a la Iglesia, porque yo quiero ser una persona buena”. No. Tiene que nacer de nuevo: creyendo en Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu Santo; y así la persona entra por el Espíritu de Cristo al Cuerpo Místico de Jesucristo, o sea, a la Iglesia del Señor Jesucristo, nace en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así como para usted pertenecer a la familia que pertenece, usted tuvo que nacer en esa familia; y así es para pertenecer a la Familia de Dios, a los hijos e hijas de Dios: necesita nacer en la Iglesia del Señor Jesucristo por medio de creer en Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu Santo. De eso fue que le habló Cristo a Nicodemo, en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6.
Y luego Cristo estuvo hablando acerca de la Venida del Espíritu Santo; y el Día de Pentecostés vino el Espíritu Santo sobre 120 personas [1].
Vean, los discípulos de Jesucristo no habían nacido de nuevo, porque no habían recibido el Espíritu Santo hasta el Día de Pentecostés; y ahí comenzó la creación de una nueva raza de la cual Jesucristo es el primero[2].
Y a imagen y semejanza de Jesucristo encontramos que esa nueva raza está siendo creada por Dios; de la cual dice la Escritura, hablando de Jesucristo, que es el principio de la Creación de Dios: Apocalipsis, capítulo 3, verso 14.
Y ahora, la continuación de la Creación de Dios son los creyentes en Cristo como su Salvador, que han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo, y han recibido el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo.
Desde el Día de Pentecostés hacia acá han estado naciendo de nuevo millones de seres humanos, han estado naciendo en el Reino de Dios; y por consiguiente han estado naciendo en una nueva raza.
Esto es algo que para poderlo comprender tenemos que entender lo que nos dice San Pablo, en el capítulo 15 de su primera carta a los Corintios, donde nos dice que así como hemos traído la imagen del terrenal (o sea, de Adán), traeremos también la imagen del celestial (o sea, de Jesucristo). Él nos habla que Jesucristo es el segundo Adán.
Ahora, por medio de nuestra llegada a este planeta Tierra a través del primer Adán, a través de la Familia que ha venido por medio del primer Adán, encontramos que hemos llegado a un valle de sombra y de muerte, en donde la muerte está manifestada. Por eso nacemos en este cuerpo mortal, corruptible y temporal, vivimos un tiempo, algunos 70 o 100 años (la mayor parte de las personas), y después muere este cuerpo terrenal; porque este lugar aquí, este planeta Tierra, es un valle de sombra y de muerte[3]. Sombra de muerte está sobre la humanidad.
Pero vean ustedes, a los que habitan en sombra de muerte Luz les resplandeció dos mil años atrás con la Venida del Hijo del Hombre, con la Venida de Cristo; como dice el profeta Isaías, vean ustedes, en el capítulo 9, el profeta Isaías nos habla diciendo… capítulo 9, verso 1 en adelante, dice:
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”.
Y vean ustedes cómo este pasaje bíblico se cumplió en los días del Señor Jesucristo. En el capítulo 4, verso 12 en adelante de San Mateo, dice:
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Vean, con la visita de Jesucristo y estadía de Jesucristo en ese territorio de Capernaum, yendo Jesús a Zabulón y Neftalí, vean ustedes, ese territorio con sus habitantes fue lleno de Luz; porque Jesucristo dijo: “Yo soy la Luz del mundo; y el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida (de la vida eterna)”[4].
Vean que Él es el Verbo:
“(Y) En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.
Y ahora, vean ustedes, este es el Verbo que viene:
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”.
“Y aquel Verbo…”. Verso 14 dice de San Juan, capítulo 1, dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Ahora, vean ustedes cómo el Verbo que era con Dios y era Dios, y que es el Creador de los Cielos y de la Tierra, vean cómo se hizo carne en la persona de Jesús de Nazaret.
Jesús de Nazaret, vean ustedes, es nada menos que el Verbo hecho carne en medio del pueblo hebreo; y por esa causa es que Jesús podía decir: “Abraham deseó ver Mi día; lo vio, y se gozó”. Y muchas personas de las que estaban escuchando a Jesús hablar estas cosas, en el capítulo 8 de San Juan, versos 56 en adelante, donde dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó”.
Esto fue cuando Dios le apareció el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Dios le apareció con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel en forma visible, comió con Abraham[5]; Abraham le llamó Elohim; y luego fueron a Sodoma y Gomorra. Y al otro día en la mañana, bien temprano en la mañana, en la cuarta vigilia, el fuego cayó sobre Sodoma y Gomorra[6].
Pero Abraham vio el Día del Señor, Abraham vio anticipadamente lo que sería la Venida del Señor; lo que sería la Primera y Segunda Venida de Cristo, Abraham lo vio anticipadamente allí en la ocasión en que Elohim le apareció en forma visible, y comió con Abraham. Allí estaba Jesucristo.
“Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”.
O sea, le están diciendo: “Tú estás mintiendo. Tú no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?”.
“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue”.
Miren, cuando les dice que era antes que Abraham, toman piedras para apedrearlo, piensan que Jesús está mintiendo; pero es que no conocen el misterio de la Primera Venida de Cristo (los que están allí viendo la Primera Venida de Cristo), y no saben que es la Venida del Verbo hecho carne en medio del pueblo hebreo, en una persona que nació en medio del pueblo hebreo. Es nada menos que la Venida del Verbo que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas.
Y ahora, ¿cómo podemos entender que el Verbo era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, y después se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo? Cuando se habla del Verbo se está hablando del cuerpo teofánico, y cuando se habla del Verbo de Dios se está hablando del cuerpo teofánico de Dios.
Dios se creó ese cuerpo teofánico, ese cuerpo teofánico de Dios vino de Dios; y Dios estando en ese cuerpo teofánico creó el universo completo. Ahí está el origen de la creación del universo.
Y ahora, siendo el Verbo el Creador de los Cielos y de la Tierra, el cual era con Dios y era Dios…; porque es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión: de la sexta dimensión.
En palabras más claras: El que creó el universo completo fue un hombre de otra dimensión, de la sexta dimensión, que era con Dios y era Dios; era el mismo Dios en un cuerpo parecido al nuestro, pero de otra dimensión, de la sexta dimensión.
En ese cuerpo teofánico les apareció Dios a Sus profetas del Antiguo Testamento en diferentes ocasiones.
Encontramos que a Abraham le apareció y comió con Abraham, le apareció como Elohim en una ocasión, el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra; y le apareció también como Melquisedec, y le dio pan y vino a Abraham, y Abraham comió[7].
Y ahora, vean ustedes, cuando el Verbo se hizo carne, o sea, Dios se hizo carne y habitó entre los seres humanos, Dios con Su cuerpo teofánico habitó en un cuerpo de carne, en un joven carpintero de Nazaret llamado Jesús; y ese era el Verbo hecho carne, Dios con Su cuerpo teofánico dentro de un cuerpo de carne llamado Jesús.
Y ahora, vean ustedes cómo Jesús podía decir: “Antes que Abraham fuera, Yo soy”. ¿Quién era antes que Abraham? No el cuerpo físico de Jesús, sino el que estaba dentro de aquel cuerpo físico que las personas estaban viendo.
Pero ellos decían: “No tienes cincuenta años todavía, ¿y dices que has visto a Abraham?”. Ellos estaban mirando la edad que podía tener aquel cuerpo de carne. Pero cuando Jesucristo les habla acerca de que era antes que Abraham, no les está hablando del cuerpo físico de carne sino de Su cuerpo teofánico, que era antes que Abraham; era también antes que Adán, era también antes que Juan el Bautista.
Juan el Bautista predicando dijo: “Después de mí viene uno del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado; Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”[8]. Él dice: “Él es antes que yo, primero que yo”[9], y vino después de Juan el Bautista.
Pero el que estaba dentro de aquel velo de carne llamado Jesús era antes que Juan el Bautista, era antes que Moisés, era antes que Abraham (el padre de la fe), y era antes que Noé, era antes que Enoc, era antes que Set, era antes que Adán también; porque Él es el Verbo, o sea, Dios en Su cuerpo teofánico, que creó todas las cosas.
Y luego se creó un cuerpo de carne allá en el vientre de María; y al crear en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, y creó, formó el cuerpo de Jesús, encontramos que aquel cuerpo que nació de la virgen María vino por Creación Divina; y Dios habitó en ese cuerpo.
O sea que Dios se hizo hombre creándose un cuerpo aquí en la Tierra, el cual nació en Belén de Judea por medio de la virgen María; y por eso es que la Escritura nos dice que el Verbo se hizo carne, y nos dice:
“A lo suyo vino (el pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron”.
El Verbo que era con Dios y era Dios vino al pueblo hebreo vestido de carne humana.
San Pablo hablándonos de este misterio tan grande, nos dice en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16:
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria”.
Ahora, vean ustedes cómo es que Dios se hizo hombre y habitó entre los seres humanos. Es la primera ocasión en que Dios se hizo hombre y se hizo un cuerpo de carne en el cual habitó.
En los profetas anteriores a Jesús, Dios habitó en la porción correspondiente a cada edad, pero nunca en toda Su plenitud.
La primera ocasión en que Dios habitó en un cuerpo entre los seres humanos en toda Su plenitud fue en el cuerpo llamado Jesús; por eso es Dios manifestado en carne humana.
Dios se creó Su propio cuerpo para estar entre los seres humanos como Cordero de Dios y llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y crear una nueva raza; una nueva raza que viene por medio del segundo Adán, los cuales reciben un espíritu o cuerpo teofánico de la sexta dimensión cuando han creído en Cristo como su Salvador, y han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo, y han recibido el Espíritu de Jesucristo: reciben un espíritu teofánico, un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y así tienen un cuerpo teofánico como Jesucristo tiene Su cuerpo teofánico.
Nuestro cuerpo teofánico viene del cuerpo teofánico de Jesucristo.
Y para el Día Postrero, todos los creyentes en Cristo que han nacido de nuevo durante todas estas edades pasadas y también del tiempo en el cual vivimos, los que han partido ya serán resucitados en cuerpos eternos; y vivirán en esos cuerpos eternos: ellos entrarán a ese cuerpo eterno con el cuerpo teofánico de la sexta dimensión que ellos han recibido.
Porque el ser humano es: cuerpo, espíritu y alma. Lo más importante del ser humano es el alma.
Por eso Cristo dijo: “¿De qué le vale al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”[10]. Vean ustedes, el ser humano puede perder su cuerpo físico, pero sigue viviendo porque es alma viviente.
Pero si pierde su alma ¿de qué le vale? ¿De qué le vale haber vivido en este planeta Tierra y haber obtenido grandes riquezas, o fama, o muchas cosas en este planeta Tierra? De nada le ha servido porque dejará de existir.
Y es una cosa muy triste para una persona que esté consciente de que existe y de que no se ocupe de su salvación, y no busque el Reino de Dios y Su justicia, pues Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y las demás cosas serán añadidas”[11].
Lo primero que tenemos que asegurar es nuestra vida eterna, y la aseguramos con Jesucristo nuestro Salvador, creyendo en Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo; y así recibimos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y para el Día Postrero los muertos en Cristo recibirán un cuerpo eterno en el cual vivirán, y nosotros los que vivimos seremos transformados y obtendremos así el nuevo cuerpo en el cual viviremos por toda la eternidad.
Porque este cuerpo mortal, corruptible y temporal, no sirve para vivir por toda la eternidad; ha sido dado con un propósito: para venir a esta Tierra y estar manifestados aquí y hacer contacto con la vida eterna, que es Jesucristo, y así recibir la Luz de Su Palabra y recibir la salvación de Jesucristo, y ser sellados en el Reino de Dios con el Sello del Dios vivo, con el Espíritu Santo para vida eterna.
Cristo hablándonos en el Evangelio según San Juan, en el capítulo 5, verso 24 dijo:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
¿Quién es el que tiene vida eterna y el que ha pasado de muerte a Vida? El que oye la Voz de Jesucristo, y cree en Jesucristo y al que lo envió; esa persona recibe vida eterna, recibe el Espíritu de Cristo, ese espíritu teofánico, y queda sellado en el Reino de Dios con vida eterna, queda colocado en el Cuerpo Místico de Cristo, nace en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, para en el Día Postrero recibir el cuerpo eterno.
En San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, Jesucristo dijo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
Ese es el Programa Divino: Cristo ha venido para darnos vida eterna; para en el Día Postrero resucitar los muertos en Cristo, los que han creído en Él, y han lavado sus pecados en Su Sangre, y han recibido Su Espíritu. Y para nosotros los que vivimos, si estamos vivos cuando los muertos en Cristo resuciten, seremos transformados.
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para cuándo Jesucristo dice que resucitará a los creyentes en Él? Será para el Día Postrero.
Y cuando los muertos en Cristo sean resucitados, nosotros los que vivimos seremos transformados. ¿Y esto es para qué día? Para el Día Postrero.
Ahora, ¿cuál es el Día Postrero delante del Señor? Dice San Pedro en su segunda carta, capítulo 3, verso 8, que “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”; y también el profeta Moisés, en el Salmo 90 y verso 4, da testimonio de lo mismo. Un día delante del Señor es como mil años para los seres humanos.
Y aquí cuando Jesucristo nos dice: “… y yo le resucitaré en el día postrero”, ese es el Día Postrero delante del Señor, que para los seres humanos es el séptimo milenio; ese séptimo milenio para el cual hay grandes bendiciones para todos los hijos e hijas de Dios, para todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, vean ustedes cómo de edad en edad Jesucristo ha estado manifestado en medio de Su Iglesia de edad en edad; y siendo Jesucristo la Luz del mundo, Él ha estado alumbrando el alma y el entendimiento de cada uno de los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
De edad en edad Jesucristo ha estado manifestado en Espíritu Santo en el ángel mensajero de cada edad, y ha estado llamando y juntando a Sus escogidos; y así ha estado resplandeciendo Jesucristo en cada edad.
Así ha estado la Luz que disipa las tinieblas, esa Luz manifestada de edad en edad, del tiempo de Jesucristo hacia acá, pasando por las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, las cuales están en este diagrama que usó el reverendo William Branham en los mensajes relacionados a la estatura de un hombre perfecto.
Encontramos que en el mensaje “La estatura de un hombre perfecto”[12] él usó este diagrama, e hizo referencia a este diagrama en otras conferencias o mensajes que él predicó.
En este diagrama está representada la Iglesia del Señor Jesucristo desde el tiempo de los apóstoles, que es esta parte aquí pequeña. Y luego, esta parte representa la etapa del apóstol San Pablo: la primera edad de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, allá en Asia Menor, en donde estuvo Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el apóstol San Pablo.
San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”[13]. San Pablo también dijo que Dios le había dicho, Jesús le había dicho, que lo había puesto para luz y por luz de los gentiles[14], para que les abriera los ojos a los gentiles.
Y ahora, vean ustedes cómo Jesucristo, que es la Luz del mundo, ha estado manifestado en cada ángel mensajero de cada edad; Jesucristo la Luz del mundo resplandeciendo por medio del mensajero de cada edad, y alumbrando el entendimiento y el alma de cada persona que vive en cada una de estas etapas de la Iglesia del Señor y tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, en el Cielo.
Y ahora, vean ustedes cómo la Luz que disipa las tinieblas ha estado manifestada de edad en edad (esta Luz), que es Jesucristo. Jesucristo en Espíritu Santo, o sea, Jesucristo en Su cuerpo teofánico ha estado de edad en edad manifestado, alumbrando el entendimiento de Sus hijos, de todas las personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Esos son los primogénitos de Dios, los escogidos de Dios, esas almas de Dios, que necesitan un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, el cual obtienen cuando creen en Cristo como su Salvador y reciben el Espíritu de Jesucristo; y luego, recibirán un cuerpo físico y eterno en el Día Postrero, en la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Ahora, miren ustedes cómo la Luz que disipa las tinieblas, que es Jesucristo, ha estado pasando de edad en edad por medio de Su Iglesia, y ha estado viajando por los diferentes territorios donde se han estado cumpliendo estas diferentes edades o etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Estuvo en Asia Menor en el tiempo de San Pablo, donde se cumplió la primera edad de la Iglesia gentil; luego estuvo en Francia, donde se cumplió la segunda edad; luego estuvo para la tercera edad también en Francia, y en Hungría; y luego para la cuarta edad estuvo en Irlanda y en Escocia; y luego para la quinta edad estuvo en Alemania; luego para la sexta edad estuvo en Inglaterra; en donde encontramos que envió Sus mensajeros, cada uno para cada edad en ese territorio europeo, en donde estuvo la Luz que disipa las tinieblas, Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Verbo.
La Luz del mundo estuvo manifestada en esos territorios a través del mensajero de cada una de esas edades, y estuvo alumbrando en cada una de esas edades, y estuvo llamando y juntando a Sus escogidos; y estuvo alumbrándoles el alma y el entendimiento para ver la Luz del Evangelio, y así ver el propósito de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios.
Y ahora, luego de Inglaterra pasa Jesucristo, la Luz que disipa las tinieblas, pasa en Espíritu Santo a Norteamérica, donde envía y unge a Su séptimo ángel mensajero: el reverendo William Branham; y por medio de él Jesucristo resplandece y alumbra el entendimiento de las personas en Norteamérica, y de ahí se extiende el Evangelio también para otras naciones, y son llamados y juntados los escogidos correspondientes a la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil.
Y luego que ha terminado esa séptima etapa o edad y se ha ido el mensajero de la séptima edad: el reverendo William Branham, luego tenemos la Edad de la Piedra Angular; y pasa Jesucristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Verbo que era en el principio con Dios y era Dios, el cual creó todas las cosas, y el cual es la Luz que alumbra a todo hombre, la Luz que vendría a este mundo…; y vino dos mil años atrás en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret; y luego vino de edad en edad manifestada esa Luz en cada ángel mensajero, llamando y juntando a Sus escogidos, alumbrando el alma y el corazón de los escogidos de Dios, resplandeciendo en cada edad.
Y ahora, para el Día Postrero viene a la Edad de la Piedra Angular en la Dispensación del Reino, en el territorio latinoamericano y caribeño, para resplandecer y alumbrar el entendimiento y el alma de todos los hijos e hijas de Dios latinoamericanos y caribeños; para así disipar las tinieblas espirituales y alumbrar el entendimiento de todos los hijos e hijas de Dios latinoamericanos y caribeños, para poder comprender todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero; y así la Luz disipar las tinieblas espirituales de la mente y el alma de los seres humanos, de los hijos e hijas de Dios latinoamericanos y caribeños en este Día Postrero, así como hizo de edad en edad.
Y ahora, vean ustedes cómo Jesucristo, el Ángel del Pacto, el que dijo: “Antes que Abraham fuera, Yo soy”, ha estado de edad en edad viajando de continente en continente, resplandeciendo y alumbrando el alma de todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora ha venido la Luz que disipa las tinieblas —Jesucristo en Espíritu Santo— a la América Latina y el Caribe, para alumbrar el entendimiento y el alma de todos Sus hijos, de todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; y para resplandecer, Jesucristo la Luz del mundo, el Sol de Justicia, como dice el profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 2: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”.
Eso es la Venida de la Luz que disipa las tinieblas, eso es la Venida del Verbo, de Jesucristo en Espíritu Santo viniendo manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, y resplandeciendo en el Día Postrero y alumbrándonos el entendimiento, y llenándonos del conocimiento de todo Su Programa correspondiente a este Día Postrero.
Y así es como en este Día Postrero serían llamados y juntados todos los escogidos de Dios, siendo alumbrados con la Luz que disipa las tinieblas, que es Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Verbo que era con Dios y era Dios, que es la Luz que alumbra a todo hombre.
Él, Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Verbo, Jesucristo en Su cuerpo teofánico viene en el Día Postrero y se manifiesta por medio de Su Ángel Mensajero en este tiempo final; y nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, conforme a como Él prometió en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde dice: “Y me dijo: Sube acá…”.
Vamos a leerlo. Capítulo 4, verso 1 (esta es la Voz de Cristo), dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
¿A dónde tenemos que subir? ¿A dónde Él nos llama? Nos llama a subir a la Edad de la Piedra Angular; porque ya Él no está en ninguna de estas etapas o edades de la Iglesia gentil.
Ya Él en el Día Postrero se encuentra en la Edad de la Piedra Angular; y la Edad de la Piedra Angular se cumple en la América Latina y el Caribe, como se cumplieron las edades anteriores en diferentes territorios: Asia Menor, Europa y Norteamérica.
Y ahora, la Edad de la Piedra Angular se cumple en la América Latina y el Caribe, donde Jesucristo, el Ángel del Pacto, la Luz del mundo, estará resplandeciendo y estará alumbrando el entendimiento de los latinoamericanos y caribeños, para así se disipen las tinieblas espirituales y se abra el entendimiento de las personas para comprender todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero.
Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice Jesucristo que ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar testimonio de estas cosas en las Iglesias, ¿de qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto. Apocalipsis 22, verso 6, así lo confirma diciendo:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién envía para mostrar las cosas que deben suceder pronto? Envía a Su Ángel Mensajero, que es el último profeta, el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular; y por medio de ese profeta, Jesucristo la Luz del mundo, estará manifestado en este Día Postrero resplandeciendo y alumbrándonos el entendimiento.
Y por medio de ese profeta mensajero, que es el Ángel del Señor Jesucristo, Jesucristo estará hablando todas estas cosas que deben suceder pronto, y nos estará llenando del conocimiento de todas estas cosas que están profetizadas que deben suceder en este Día Postrero; y así estaremos siendo llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular, Dispensación del Reino; y estaremos siendo preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Cristo dijo: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos”. San Mateo, capítulo 24, verso 31.
Eso es lo que está sucediendo en este tiempo final, en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, edad que se está cumpliendo en la América Latina y el Caribe.
Y Jesucristo, la Luz del mundo, está resplandeciendo en la América Latina y el Caribe, y está alumbrándonos el entendimiento y está llenándonos del conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero; y así estamos siendo preparados para ser transformados y raptados e ir a la Cena de las Bodas del Cordero en este tiempo final o Día Postrero o milenio postrero.
Por eso es que para este Día Postrero o Día del Señor estaríamos escuchando la Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo, la Voz del Alfa y Omega por medio de Su Ángel Mensajero.
Pero el Ángel Mensajero de Jesucristo no es Jesucristo; él es solamente el instrumento de Jesucristo para Jesucristo manifestarse a través de él y darnos a conocer todas esas cosas, y llamarnos y juntarnos, y prepararnos para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Juan quiso adorar al Ángel de Jesucristo y el Ángel le dijo que no lo hiciera, que adorara a Dios. Esto es porque los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; y estos son los adoradores que busca el Padre que le adoren: que le adoren en espíritu y en verdad; porque los que adorarán al Padre tienen que hacerlo en espíritu y en verdad[15].
Y ahora, hemos visto: “EL MISTERIO DE LA LUZ QUE DISIPA LAS TINIEBLAS”.
Y hemos visto cómo en este tiempo final estaría la Luz que disipa las tinieblas, que es Jesucristo la Luz del mundo, estaría manifestado en la América Latina y el Caribe, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular de Su Iglesia; y estaría llamando y juntando a Sus escogidos diciéndoles: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Y por medio de Su Ángel Mensajero, en la Edad de la Piedra Angular, estaría dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque por medio de Su Ángel Mensajero estaría la Luz que disipa las tinieblas, estaría manifestada en este Día Postrero.
Y todos los escogidos de Dios para el Día Postrero estarían viendo, por medio del Ángel del Señor Jesucristo, estarían viendo a Jesucristo, el Ángel del Pacto, la Luz que alumbra a todo hombre, la estarían viendo manifestada (esa Luz) en el Ángel del Señor Jesucristo; estarían viendo a Jesucristo manifestado en Su Ángel Mensajero, resplandeciendo en el Día Postrero en la América Latina y el Caribe, y alumbrándonos el entendimiento así en este Día Postrero.
Estarían viendo todos los escogidos de Dios en la América Latina y el Caribe la Luz que disipa las tinieblas.
Y así es como todo el entendimiento, con relación a todas estas cosas que deben suceder pronto, sería dado a los escogidos de Dios en este Día Postrero, por medio de Jesucristo, la Luz que disipa las tinieblas, manifestado en Su Ángel Mensajero, resplandeciendo como el Sol de Justicia.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA LUZ QUE DISIPA LAS TINIEBLAS”.
Estamos viviendo en un tiempo en que la América Latina y el Caribe se encuentra como el territorio de Zabulón y de Neftalí, un territorio que estaba en tinieblas y sombra de muerte; pero allí llegó la Luz del mundo, Jesucristo, y la Luz resplandeció en medio de los habitantes de Zabulón y Neftalí. Y los que habitaban en tinieblas y sombra de muerte, Luz les resplandeció: la Luz manifestada en carne humana en aquel velo de carne llamado Jesús; y por medio de ese velo de carne estaba resplandeciendo en la predicación del Evangelio.
Y ahora, para el Día Postrero, por medio de la predicación del Evangelio del Reino, Jesucristo la Luz del mundo manifestado en Su Ángel Mensajero estará resplandeciendo y alumbrándonos el entendimiento en este Día Postrero, y el alma, para poder comprender todas estas cosas que deben suceder pronto, y ser preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
“EL MISTERIO DE LA LUZ QUE DISIPA LAS TINIEBLAS”. Ese ha sido nuestro tema.
Y este tema de esta noche es la realidad que estamos viviendo en la América Latina y el Caribe en este Día Postrero: La Luz, que es Jesucristo manifestado en este Día Postrero, está disipando las tinieblas.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, la Luz del mundo en este Día Postrero manifestado, resplandezca en nuestras almas, nos alumbre el alma y todo nuestro entendimiento, y podamos comprender estos misterios del Reino de Dios correspondientes a este tiempo final; y pronto todos seamos transformados y raptados, conforme a la promesa de nuestro amado Señor Jesucristo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, radioyentes y televidentes; y dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche, dándole gracias a Dios por la Luz que disipa las tinieblas.
Pasen todos muy buenas noches.
“EL MISTERIO DE LA LUZ QUE DISIPA LAS TINIEBLAS”.
[Revisión enero 2023 -RM-DM]
[1] Hechos 2:1-4
[2] Colosenses 1:15-20
[3] Salmos 23:4
[4] San Juan 8:12
[5] Génesis 18:1-8
[6] Génesis 19:15-28
[7] Génesis 14:18-20, Hebreos 7:1-6
[8] Mt. 3:11, Mc. 1:7-8, Lc. 3:16
[9] San Juan 1:25-30
[10] Mt. 16:26, Mr. 8:36-37, Lc. 9:25
[11] San Mateo 6:33
[12] SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto” – En la última página aparece el diagrama. También se puede descargar en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/
[13] Gálatas 2:20
[14] Hechos 13:47
[15] San Juan 4:23-24