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El misterio de la congregación de los primogénitos inscritos en el Cielo
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El misterio de la congregación de los primogénitos inscritos en el Cielo

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes aquí en Bogotá, Colombia. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este Día Postrero.

Para lo cual quiero leer en Hebreos, capítulo 12, versos 18 al 24, lo que dice el apóstol San Pablo acerca de los primogénitos de Dios. Dice:

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar (o sea, al monte Sinaí), y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,

al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,

porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;

y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;

sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LA CONGREGACIÓN DE LOS PRIMOGÉNITOS INSCRITOS EN LOS CIELOS”. Estaremos viendo “EL MISTERIO DE LA CONGREGACIÓN DE LOS PRIMOGÉNITOS INSCRITOS EN EL CIELO”.

La congregación de los primogénitos inscritos en el Cielo es la Iglesia del Señor Jesucristo, formada por los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo, que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; y por medio de un espíritu (del Espíritu Santo) es que hemos entrado a ese Cuerpo Místico de creyentes, llamado en la Biblia la Iglesia del Señor Jesucristo.

Es llamado también, este Cuerpo Místico de creyentes, compuesto por los primogénitos inscritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, es llamado también el Templo espiritual del Señor Jesucristo.

La congregación de los primogénitos inscritos en los Cielos, como hemos visto, es la congregación de los escogidos de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales tienen sus nombres escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo en el Libro de la Vida del Cordero.

Y de ellos Jesucristo es la cabeza. Él es el principio de la Creación de Dios, y Él es nuestro hermano mayor; y en Él estábamos todos nosotros; así como cuando le apareció Melquisedec a Abraham y Abraham diezmó a Melquisedec, y Melquisedec le dio pan y vino[1]; dice la Escritura, dice San Pablo que allí Leví estaba diezmando a Melquisedec[2].

Y ahora, cuando encontramos al Primogénito de Dios, al que es el principio de la Creación de Dios, Jesucristo[3], en Él estábamos nosotros. Y cuando Él llevó a cabo la creación del universo completo, en Él estábamos nosotros.

Como estuvo Leví en Abraham, cuando todavía Abraham ni tenía hijo por medio de Sara (todavía no había tenido a Isaac), y tampoco había tenido a Ismael; vean ustedes, y ya Leví está diezmando a Dios. Vean cómo Leví ya venía ordenado por Dios, y eso es en el pueblo de los siervos.

El pueblo de los siervos es tipo y figura del pueblo de los hijos e hijas de Dios. El pueblo hebreo es tipo y figura de la congregación de los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, en el cual hay también muchos hebreos escritos.

Y ahora, vean ustedes cómo desde antes de la fundación del mundo, aun desde antes de Dios tener Su cuerpo teofánico, de Dios crearse Su cuerpo teofánico, ya Dios había pensado en crearse ese cuerpo teofánico, antes del tiempo. Cuando digo “antes del tiempo”, o sea: en eternidad.

Antes de comenzar el tiempo ya Dios había pensado crearse un cuerpo teofánico en el cual Dios habitar y a través del cual llevar a cabo toda la Creación. En ese cuerpo teofánico Dios colocaría toda la Creación; o sea que estaba concentrada toda la Creación Divina en ese cuerpo teofánico.

Y vean ustedes cómo nos dice la Escritura en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Ahora vean que el Verbo que era con Dios y era en el principio con Dios era Dios; era el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. Cuando se habla del Verbo de Dios se está hablando del cuerpo teofánico de Dios, se está hablando del Verbo, la Palabra. Y dice:

“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

He leído hasta… en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 4. Y ahora, verso 9 al 10 dice:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”.

Ahora vamos a ver cómo venía. Dice:

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (no siervos, sino hijos de Dios);

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Y esto es por medio de creer en Jesucristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así es como nacemos de Dios.

Y así es como nuestro cuerpo teofánico nace, nuestro cuerpo teofánico surge, y obtenemos un espíritu teofánico, cuerpo teofánico de la sexta dimensión; así como Dios se creó para Sí mismo un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y habitó en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión: de la sexta dimensión. Y Dios estando en ese cuerpo teofánico creó todas las cosas; por eso dice que por Él fueron hechas, creadas todas las cosas. Dice:

“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

O sea, por medio de la manifestación de Dios en Su cuerpo teofánico fueron creadas todas las cosas, por medio de ese cuerpo teofánico Dios habló a existencia toda la Creación.

Y vean ustedes, toda la Creación fue realizada, llevada a cabo, por un Hombre, un Hombre de otra dimensión: de la sexta dimensión, en donde estaba Dios; en donde estaba Dios morando en toda Su plenitud.

Ese Hombre de la sexta dimensión es nada menos que el cuerpo teofánico de Dios, donde estaba morando Dios en toda Su plenitud; por eso era con Dios y era Dios. Era con Dios ese cuerpo y era Dios el que estaba dentro de ese cuerpo; por lo tanto, donde quiera que iba, ahí iba el Verbo, la Palabra, el Verbo, o sea, el cuerpo teofánico de Dios, y ahí iba Dios dentro de Su cuerpo teofánico; y desde ese cuerpo teofánico Dios habló a existencia toda la Creación.

Nos sigue diciendo San Juan [verso 14]:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…”.

Y cuando se hizo carne en esta dimensión, ya eso Dios lo había pensado antes de la Creación, antes de comenzar el tiempo. O sea que era un pensamiento eterno de Dios el Dios hacerse carne también, el Dios tener un cuerpo de carne, y vivir aquí en la Tierra en medio del pueblo hebreo una temporada, en un cuerpo de carne, para llevar a cabo un Programa: el Programa de Redención.

Y cuando el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, entre los seres humanos, habitó en medio del pueblo hebreo, y Su nombre fue Jesús.

Vean quién es nuestro amado Señor Jesucristo: es el Verbo hecho carne, es el Dios Todopoderoso con Su cuerpo teofánico viviendo dentro de un cuerpo de carne.

“Grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”, nos dice San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16. Y San Juan da testimonio que el Verbo hecho carne es nada menos que Dios, Dios con nosotros, que está profetizado en Isaías, capítulo 7, verso 14, donde dice: “He aquí, el mismo Señor os dará señal, una señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un Hijo, y se llamará Su nombre Emanuel”, que traducido es: Dios con nosotros.

Fue Dios con nosotros habitando en aquel velo de carne llamado Jesús.

Y así como en el cuerpo teofánico de Jesús estábamos nosotros y están nuestros cuerpos teofánicos, y de ahí vienen nuestros cuerpos teofánicos, en el cuerpo físico de Jesús, vean ustedes, estaban nuestros cuerpos físicos también. Nuestro cuerpo eterno, vean ustedes, viene de Cristo.

Y ahora, miren ustedes aquí, San Pablo nos dice en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.

¿Por medio de quién hizo el universo? Por medio del Hijo. Por medio de ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión Dios creó todo el universo, y después, en medio del pueblo hebreo, se creó un cuerpo de carne; y estando Dios con Su cuerpo teofánico dentro de ese cuerpo de carne, Dios habló por medio de Su cuerpo teofánico a través del cuerpo de carne.

Vamos a ver si lo entendieron: Dios habló por medio de Su cuerpo teofánico a través de Su cuerpo de carne.

Hay personas que dicen: “Es que yo hablé y no pensé”; usted habló sin pasar por el espíritu lo que fue a hablar, pero eso no está correcto. Y Dios cuando habla, habla desde la séptima dimensión, lo pasa por la sexta dimensión: por Su cuerpo teofánico, y luego lo pasa a esta dimensión.

Y para hacer contacto con Dios en la sexta dimensión, Dios siempre tiene un espíritu teofánico de profeta; porque Dios es el Dios de los espíritus de los profetas[4], y Él siempre ha enviado un espíritu de profeta de edad en edad y de dispensación en dispensación, de la sexta dimensión, y lo ha enviado manifestado en carne humana; y por medio de ese profeta podemos ver que Dios siempre ha estado manifestado en la Tierra: por medio de un profeta aquí en la Tierra; porque la Palabra viene a los profetas.

O sea, la Palabra, el Verbo, viene a los profetas: el Ángel del Pacto viene a Sus profetas y coloca en la boca de Sus profetas Su Palabra, y ellos hablan esa Palabra Divina; pues esos espíritus de los profetas son parte y proceden, vienen del Espíritu de Dios, o sea, de ese cuerpo teofánico; porque el cuerpo teofánico de Dios es llamado el Ángel de Jehová o Espíritu Santo.

Recuerden que el Varón vestido de lino en el libro de Ezequiel, capítulo 9, es el Espíritu Santo, y es un Varón.

Así que podemos ver que cuando hablamos del Espíritu Santo estamos hablando del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, manifestado en Su cuerpo teofánico. Ese es el Espíritu Santo.

Por eso es que, vean ustedes, nos dice la Escritura que Dios habló a los padres por medio de los profetas. Y dice:

“… en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.

Vamos a ver algo aquí en Zacarías, el cual nos habla de esto mismo; y de ahí de seguro San Pablo leyó ese pasaje y trajo más luz acerca de esto. Dice capítulo 7, verso 11 al 12, de Zacarías; capítulo 7, verso 11 al 12, dice… hablando del pueblo hebreo dice:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.

Ahora, vean ustedes cómo Dios hablaba al pueblo hebreo por medio de los profetas: enviando ¿qué? Dice:

“… pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu…”.

Vean que Dios desde la séptima dimensión envía Su Palabra por Su Espíritu, por Su cuerpo teofánico, y la pasa a Sus profetas, y de los profetas viene al pueblo de Dios; porque Dios es el Dios de los espíritus de los profetas.

Y miren ustedes, capítulo 20, verso 27, de Proverbios, vean lo que nos dice; nos dice algo muy importante que no debemos pasar por alto. Dice:

“Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre,

La cual escudriña lo más profundo del corazón”.

Ahora vean, lámpara de Jehová ¿es qué? El espíritu del hombre; y los espíritus de los profetas son lámpara de Jehová. Los siete ángeles mensajeros son, vean ustedes —con las siete edades—, son las siete lámparas del candelabro o candelero… Las siete lámparas encendidas son los siete ángeles mensajeros con las siete edades.

Y vean ustedes cómo para las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo hubo una edad, una lámpara encendida, o sea, una lámpara con aceite, una lámpara con el aceite del Espíritu Santo en ella, y con la mecha sumergida en el aceite; y esa mecha sumergida en el aceite fue el ángel mensajero del Señor de cada edad.

Y vean cómo el Espíritu Santo estaba en cada edad, representado el Espíritu Santo allí en el aceite, el cual, vean ustedes, alumbraba al estar encendida esa lámpara; y alumbraba en cada edad allá en el Lugar Santo del Templo espiritual de Jesucristo.

Y ahora, hemos visto que lámpara de Jehová es el espíritu del hombre; es lámpara, es un candelero, una lámpara; y el candelabro o candelero tiene siete lámparas allí en el lugar santo.

Pero ahora veamos aquí: Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, dice:

“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra”.

Los Dos Candeleros; ahí tenemos los Dos Candeleros, esas Dos Lámparas, que son los ministerios de Moisés y Elías.

El espíritu ministerial de Moisés y de Elías, vean ustedes cómo estarán como dos lámparas encendidas en el Día Postrero, alumbrando a todos los escogidos de Dios, a la congregación de los primogénitos de Dios inscritos en los Cielos. Alumbrarán (esas Dos Lámparas) a los escogidos de entre los gentiles en el Lugar Santísimo, y alumbrarán también a los escogidos del pueblo hebreo, que son 144.000, que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Ahora, vean que estos ministerios de Moisés y Elías son los dos olivos que están en el lugar allá santísimo que colocó el rey Salomón, los dos querubines de olivo, de madera de olivo, y también son los dos querubines de oro que están sobre el propiciatorio, y que son hechos de una misma pieza de oro. Y en el Cielo, esos querubines en el Cielo representan a Gabriel y Miguel.

Ahora vean cómo toda la representación de lo que está en el Cielo estaría en la Tierra, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la congregación de los primogénitos de Dios inscritos en los Cielos.

Y ahora, por eso es que podemos ver que el candelero o candelabro que aparece en el templo que construyó Salomón y el que construyó también Moisés es tipo y figura de las siete edades de la Iglesia gentil con sus siete ángeles mensajeros; y en el Cielo, vean ustedes, aparece también. Dice Apocalipsis, capítulo 4, verso 4 al 5, dice:

“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos…”.

Esos son los doce apóstoles y los doce patriarcas.

Y Juan, miren ustedes, todavía no había muerto y ya se ve allí sentado; porque allí en el Cielo está la representación de esos doce patriarcas y los doce apóstoles.

Luego, dice:

“… vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.

Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.

Y en Apocalipsis, capítulo 1, verso 4, dice:

“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono…”.

Ahora vean que ahí están los siete espíritus de Dios, siete espíritus delante del Trono del Señor.

Y aquí en Apocalipsis, capítulo 5, verso 6, dice:

“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.

Ahora podemos ver que los siete ojos son los siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra.

El profeta Zacarías también nos habló de estos siete ojos en el capítulo 3 y el capítulo 4 de su profecía. Dice capítulo 3, verso 9:

“Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un día”.

Y el capítulo 4, versos… vamos a ver aquí, verso 10, dice:

“Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán”.

El “día de las pequeñeces” para los seres humanos es el tiempo en que toda persona vive aquí en la Tierra. Algunas personas piensan que tener una profesión o tener mucho dinero o ser una persona muy importante, eso es algo grande; esas son pequeñeces, son pequeñeces para el ser humano.

Lo grande es buscar el Reino de Dios y Su justicia, y asegurar, asegurar el futuro, asegurar nuestra vida eterna con Jesucristo; y luego Jesucristo dirá: “En lo poco has sido fiel (o sea, en las pequeñeces has sido fiel), en lo mucho te pondré”[5].

¿Ven? Lo mucho viene después. Cuando tengamos el cuerpo eterno, ahí es que tendremos lo mucho.

¿Para qué tener lo mucho en este cuerpo mortal? Lo echaríamos a perder. Por eso Dios no le permitió al ser humano comer del Árbol de la Vida allí en el Huerto del Edén luego que cayó: hubiera vivido eternamente en una condición de pecado, y lleno de problemas y de enfermedades y de pecado; y esa no es la forma en que Dios quiere que el ser humano viva por toda la eternidad. Esa clase de vida es temporal, es corta, y Dios la ha ido acortando…, o el mismo ser humano, sin darse cuenta; pero Dios le ha ido acortando el tiempo, porque no conviene que viva mucho tiempo en esa condición caída el ser humano.

Y los que ya han creído en Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu, pues ya tienen un cuerpo teofánico eterno; y pronto tendrán el cuerpo eterno, el cuerpo físico inmortal e incorruptible y glorificado, pronto lo tendrán; porque para el Día Postrero Jesucristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”[6].

Y el Día Postrero es el séptimo milenio. Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos ¿dónde? En el séptimo milenio; “porque un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”[7]. Y cuando nos habla Dios de un día, para los seres humanos es un milenio.

Y ahora, podemos ver que los días postreros comenzaron en el tiempo de Jesucristo, cuando tenía de 4 a 7 años de edad Su cuerpo físico; comenzaron los días postreros, porque comenzó el quinto milenio en ese tiempo; y el ministerio de Jesucristo estuvo en el primer siglo del quinto milenio. Y luego encontramos que todo este tiempo que ha transcurrido de Jesucristo hacia acá ha sido para las siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

Y ahora nos encontramos en el Día Postrero, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, en donde se está haciendo un entrelace de dispensaciones: se está entrelazando la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia.

Las dispensaciones de Dios se entrelazan. Usted nunca podrá encontrar una dispensación fuera de ese entrelace. Por eso es que el Programa Divino, de dispensación en dispensación, lo podemos seguir desde el principio hasta el final: porque están conectadas las dispensaciones, así como las edades están conectadas, y así como los días están conectados unos con otros.

Miren, si yo les digo:

—“Hoy es jueves”, todos ustedes me dirán:

—“Está equivocado”.

Hoy es ¿qué? Martes. ¿Por qué? Porque el día que se conecta con el lunes ¿cuál es? El martes. ¿Ven? Si usted encuentra que no está conectado con el lunes el día que yo le digo, pues usted dice: “No”.

Y así es con las dispensaciones también. Una persona que le diga:

—“Estamos en la Dispensación del Gobierno Humano”, usted dice:

—“No, ya esa dispensación pasó”.

Y esa dispensación estuvo conectada con la Dispensación de la Conciencia, y al final de ella se conectó con la Dispensación de la Promesa; pero no está conectada directamente con la Dispensación del Reino.

Es una conexión de otro tiempo de la cadena dispensacional, es un eslabón que estuvo conectado allá, entrelazado con otros dos eslabones: uno primero y otro después; y esa dispensación queda en medio.

Pero siempre, vean ustedes, está la dispensación que comienza y está la dispensación que termina. Y ahí, cuando se llega a ese tiempo, Dios viene y las entrelaza, las une; y cuando las une: ya tiene el círculo completo, y ya se tiene un círculo donde no hay parada; por lo tanto, se entra a eternidad.

Con la última conexión, con la conexión de la Dispensación del Reino, es que luego viene la eternidad; o sea, al final de la Dispensación del Reino se entra a la eternidad.

Y ahora, vean ustedes que para entrar a la eternidad hay que estar en la Dispensación del Reino, que es la que conecta con la eternidad.

Y por eso es que habrá un grupo de seres humanos, millones de seres humanos, que estarán a imagen y semejanza del Señor Jesucristo con vida eterna, con cuerpos eternos y con espíritus teofánicos eternos también; y serán iguales al segundo Adán, a Jesucristo; y reinaremos con Cristo, porque Él nos ha lavado con Su Sangre y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes[8].

Nuestras almas han venido de Dios, han venido de la séptima dimensión. Y así como Jesús decía: “Vine de Dios y regreso a Dios”[9], así es para cada hijo e hija de Dios, para cada primogénito escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Cada uno de los primogénitos de Dios ha venido a esta Tierra en una… en medio de una raza caída, y por eso hemos tomado cuerpos mortales y espíritus del mundo; y por eso se ha requerido un nuevo nacimiento, el cual obtenemos al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así recibimos el espíritu de la sexta dimensión, ese cuerpo teofánico, para luego en el Día Postrero recibir el cuerpo físico y eterno que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también; y eso es la adopción de los hijos e hijas de Dios, de los primogénitos de Dios, primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora podemos ver quiénes son los primogénitos de Dios; y podemos ver que la congregación de los primogénitos de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo lavada en la Sangre del Señor Jesucristo.

Podemos ver el por qué de edad en edad Cristo ha enviado un mensajero en donde ha colocado un espíritu teofánico de la sexta dimensión; y por medio de ese ministerio Jesucristo ha estado manifestado en la Tierra hablándole a la raza humana, y llamando y juntando a Sus escogidos de edad en edad, llamando y juntando a Sus primogénitos en la congregación de los primogénitos escritos en el Cielo; que es la Iglesia del Señor Jesucristo la congregación de los primogénitos de Dios.

Ahora podemos ver que ese es el grupo más importante del planeta Tierra: la congregación de los primogénitos de Dios inscritos en los Cielos, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, vean ustedes cómo el nombre de cada uno de ustedes, y también el mío, está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo; porque Dios en los primeros que pensó fue en esos primogénitos; por eso son los primogénitos: porque son las personas en las primeras que Dios pensó para traerlos a existencia.

Y por esa causa desde antes de la fundación del mundo estábamos como un pensamiento, como un atributo en la Mente de Dios, y de ahí hemos venido nosotros; y por eso es que hemos tenido el derecho a obtener un cuerpo teofánico; y para eso se requería el nuevo nacimiento.

Y para poder efectuarse el nuevo nacimiento se requería que Jesucristo viniera en carne humana, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Elohim, Melquisedec, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que libertó al pueblo hebreo de Egipto; se requería que viniera en carne humana; y vino en carne humana y fue llamado Jesús; para Su cuerpo físico morir en la Cruz del Calvario, llevando nuestros pecados, para que nosotros podamos vivir eternamente, para que nosotros seamos restaurados a la vida eterna, y podamos obtener el cuerpo eterno de la sexta dimensión, que es el cuerpo teofánico o espíritu teofánico.

Cuando se habla del espíritu, no se está hablando de un humo o algo así, sino que se está hablando de un cuerpo de otra dimensión, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión.

Y cada primogénito de Dios escrito en el Cielo desde antes de la fundación del mundo tiene derecho a un cuerpo teofánico; y por eso Jesucristo murió en la Cruz del Calvario, resucitó, ascendió al Cielo; y el Día de Pentecostés Su Espíritu Santo vino sobre 120 personas, y de ahí en adelante ha estado viniendo y ha estado produciendo el nuevo nacimiento.

El Espíritu Santo viniendo ha estado produciendo, ha estado creando el cuerpo teofánico de cada hijo e hija de Dios; o sea que del cuerpo teofánico de Cristo ha venido a existencia el cuerpo teofánico de cada uno de nosotros.

Y así es como, vean ustedes, nace nuestro cuerpo teofánico, y nosotros somos sellados con ese espíritu teofánico de parte de Cristo. Y por eso es que somos descendientes de Dios por medio del segundo Adán: porque por medio del segundo Adán, vean ustedes, obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos el cuerpo teofánico; ese cuerpo teofánico viene de Cristo, del cuerpo teofánico de Jesucristo; por lo tanto, es un hijo de Dios.

Y luego, en el Día Postrero, en el tiempo final en el cual vivimos, los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados, y tendremos también un cuerpo eterno.

Y en ese cuerpo eterno que hemos de tener estaremos nosotros como alma de Dios o almas de Dios, viviendo con nuestro cuerpo teofánico por toda la eternidad; o sea que tendremos el cuerpo teofánico y eterno, y el cuerpo físico y eterno, para toda la eternidad.

En la actualidad, vean ustedes, podemos ver que el ser humano es cuerpo mortal, corruptible y temporal, espíritu del mundo (cuando nace), y alma viviente, en algo mortal, corruptible y temporal.

Pero para los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, Dios tiene un nuevo cuerpo teofánico, o sea, un nuevo espíritu, un nuevo cuerpo de la sexta dimensión, que es el espíritu teofánico; y un nuevo cuerpo físico y eterno y glorificado, que es el cuerpo que hemos de recibir muy pronto, en el Día Postrero, que es en el séptimo milenio, en el cual ya estamos si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.

Y en la actualidad, ¿qué está haciendo Dios? Pues está llamando y juntando a Sus últimos escogidos, Sus últimos primogénitos escritos en el Cielo. ¿Y dónde lo está juntando? En la congregación de los primogénitos de Dios inscritos en el Cielo. ¿Y cuál es la congregación de los primogénitos de Dios? Es la Iglesia del Señor Jesucristo; ahí es donde Él llama y junta a Sus escogidos, a los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

La Bendición de la Primogenitura es la bendición más grande que hay.

Y miren ustedes, en medio del pueblo hebreo encontramos que —estando ellos en Egipto— Dios dijo que venía la muerte para todos los primogénitos en Egipto; y por cuanto el pueblo hebreo estaba en Egipto, los primogénitos de en medio del pueblo hebreo iban a morir.

Pero para que no murieran juntamente con los primogénitos de los egipcios, Dios le dijo a Moisés que cada uno tomara un cordero de unos dos años y lo sacrificara (ese es el cordero de la Pascua o pascual), y lo asaran; eso tenía que hacerse entre las dos tardes. Y cuando comenzara ya el día de la Pascua, el pueblo ya no podía hacer nada más, sino que ya tenía que tener aplicada la sangre de ese cordero en el dintel de la puerta de entrada, y tenía que tener ya ese cordero asado dentro, y estar comiéndose ya ese cordero; y no podían dejar nada para la mañana: lo que no se pudieran comer lo tenían que quemar antes de la mañana[10].

Ahora, vean ustedes, lo único que salvó al pueblo hebreo de la muerte de sus primogénitos fue: la muerte del cordero —que cada uno tenía en su casa— y su sangre aplicada en el dintel de sus puertas; la muerte no podía entrar allí.

Y ahora, para los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, Dios proveyó un Cordero: el Cordero de Dios Jesucristo. Y Su Sangre siendo aplicada en el dintel de la puerta de nuestra alma, de nuestro corazón, y nosotros comiéndonos Su Carne; y dentro de la Casa donde está ese Cordero, que es la congregación de los primogénitos: la muerte no puede matar a esos primogénitos. El diablo no puede matar esos primogénitos con muerte, porque tienen vida eterna por medio del Sacrificio de Cristo, y están seguros ¿dónde? En la congregación de los primogénitos de Dios.

Fuera de esa congregación no están seguros, porque la congregación de los primogénitos de Dios es la que tiene aplicada la Sangre de Cristo en la Puerta, y la Puerta es Cristo. Eso es en la congregación, la Iglesia, como Cuerpo Místico de creyentes; y como individuos, pues tenemos la Sangre de Cristo aplicada en el dintel de la puerta de nuestro corazón.

Ahora podemos ver el lugar de seguridad para todos los primogénitos de Dios; ese lugar es la Iglesia del Señor Jesucristo. Es ahí donde nacen de nuevo los escogidos de Dios: por medio de creer en Cristo como su Salvador y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; porque es ahí donde está el Espíritu de Jesucristo, es en Su Iglesia, produciendo el nuevo nacimiento de millones y millones de personas durante las diferentes edades, que lo han recibido como Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo.

Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA CONGREGACIÓN DE LOS PRIMOGÉNITOS INSCRITOS EN LOS CIELOS”.

Esas personas no se pueden perder: tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Y Cristo dijo: “Nadie los arrebata de Mi mano”, y dijo: “El Padre que me las dio (hablando de Sus ovejas, dice) es mayor que Yo; y nadie las puede arrebatar de Su mano”[11]. O sea que están seguros: están en Su mano.

¿Y qué tenía Dios en Su mano? En Apocalipsis, capítulo 5, tenía el Librito sellado con siete Sellos, el Libro de la Vida del Cordero, donde están nuestros nombres escritos.

Vean ustedes, Moisés cuando dedicó el templo a Dios tomó la sangre del sacrificio y roció todo el templo, y roció sobre el arca del pacto, y roció también el libro[12]. ¿Por qué? Porque ese libro es tipo y figura del Libro de la Vida del Cordero, del Libro de los Siete Sellos, y ahí están los nombres de todos los escogidos de Dios; por eso tenía que rociar el libro.

Porque la sangre, vean ustedes, sin sangre no se hace remisión de pecados[13]. Y por eso es que él tiene que rociar también el libro y todo el templo: porque ese templo representa el Templo espiritual de Cristo, la congregación de los primogénitos de Dios escritos en el Cielo; y todos tienen que ser rociados con la Sangre de nuestro Señor Jesucristo.

Ahora pueden ver el por qué Moisés tenía que hacer esas cosas. Y cualquier persona podía verlo, decir: “¿Qué significará todito eso?”. Es que Dios está representando en todo aquello que está siendo hecho allá lo que Jesucristo como Sumo Sacerdote estaría haciendo con Su Templo espiritual: rociando con Su Sangre a todos los primogénitos inscritos en el Cielo.

Y vean ustedes cómo Dios tiene en Su mano ese Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero; y vean cómo luego Cristo lo toma. Y vamos a dejarlo ahí, porque después pasa de Cristo a una persona, el cual se come ese Libro.

Y cuando se pase lista, y cuando se llegue el momento (vamos a decir, en la Cena de las Bodas del Cordero) para la repartición de los galardones, el Ángel Ministrador allí tendrá el Libro, pues es el que lo recibe en el tiempo final y el que se lo come; y llamará allí para que se presenten delante de Cristo, para Cristo darle su galardón a cada persona.

¿Y por qué estará un Ángel con Jesucristo allí? Porque ese será el que estará trabajando con Él, Su administrador.

¿No dice la Escritura, hablando del siervo fiel y prudente, no dice [San Mateo 24:46]: “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”?

Le halle haciendo ¿cómo? Dándole el Alimento, la ración a tiempo a los escogidos de Dios.

“De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.

Y allí lo vemos trabajando con Cristo.

¿No dice también, hablando del siervo que vencerá [Apocalipsis 3:21]: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono”? Ese es el Trono de David, allá en la tierra Israel.

Bueno, todo eso tiene que ver con la congregación ¿de qué?, ¿de quiénes? De los primogénitos de Dios, porque ese que se sentará con Cristo en Su Trono pertenece a la congregación de los primogénitos de Dios. No puede pertenecer a los siervos, sino a los hijos, a la congregación de los primogénitos de Dios; porque los siervos no pueden heredar, sino los hijos, y menos una posición como esa.

Ahora, podemos ver también que todos los primogénitos de Dios heredarán la posición de hijos e hijas de Dios, serán colocados en la posición de hijos e hijas de Dios, que conlleva la posición de reyes y sacerdotes sobre la Tierra, en el glorioso Reino del Señor Jesucristo.

No se preocupen si no tienen una posición importante en los reinos de este mundo, porque ustedes tienen una posición muy importante en el glorioso Reino venidero del Señor Jesucristo; ahí tienen la posición más alta que una persona pueda tener: la de reyes y sacerdotes con Cristo. Yo también tengo la posición que Cristo escogió para mí desde antes de la fundación del mundo.

Y estaremos con Él allí, y nos vamos a conocer; lo único: que vamos a estar… vamos a estar en el cuerpo nuevo.

Si usted va a buscar a uno de los primogénitos de Dios en el Reino Milenial, y va a decir:

—“Déjame verte bien, porque tú no puedes ser Fulano de tal, porque tú no tenías allá… mucho cabello allá”.

¿Qué le va a decir usted?:

—“Recuerda que ese era el viejo cuerpo, pero el nuevo tiene todo el cabello”.

—“No, pero es que tú eras ya un ancianito”.

—“Recuerda que eso era en el viejo cuerpo; pero Dios ha hecho todas las cosas nuevas[14], por lo tanto, ahora yo estoy jovencito aquí en el nuevo cuerpo”.

Y no vamos a buscar a nuestros hermanos, los primogénitos escritos en el Cielo, en el cuerpo antiguo que tenían, sino en el nuevo cuerpo.

Así que vean ustedes la bendición tan grande que Dios tiene para la congregación de los primogénitos inscritos en los Cielos desde antes de la fundación del mundo, los cuales han estado siendo llamados y juntados de edad en edad.

Y ahora nos encontramos en el llamado final para los primogénitos de Dios del Día Postrero, para la etapa de la Edad de la Piedra Angular, la cual se cumple en la América Latina y el Caribe, como las demás etapas se cumplieron —cada una— en el territorio ordenado por Dios.

Y ahora, el territorio bendecido por Dios es la América Latina y el Caribe. Y por eso es que Dios nos ha enviado a vivir en la América Latina y el Caribe a ser latinoamericanos y caribeños: porque el llamado final para la congregación de los primogénitos de Dios sería en la América Latina y el Caribe.

Y si alguno se ha ido a otro continente buscando mejores condiciones de trabajo y mejores condiciones económicas, y otras condiciones, el Mensaje (si es un escogido, si es un primogénito), el Mensaje le llegará donde esté: le enviaremos folletos y todo, y estaremos muy felices en servirle a ellos (a los que estén fuera), y lo hacemos con toda nuestra alma.

Pero la bendición de Dios ¿dónde estaría en el Día Postrero? En la América Latina y el Caribe, y después estará en medio del pueblo hebreo. Y desde allí Cristo gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, con la congregación de los primogénitos inscritos en los Cielos.

¿Y dónde está la congregación de los primogénitos inscritos en el Cielo en este Día Postrero? ¡Pues aquí estamos! Aquí estamos en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, que se está cumpliendo en la América Latina y el Caribe.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto se materialice la promesa de la transformación de nuestros cuerpos, y tengamos el nuevo cuerpo, y los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos; y luego de estar de 30 a 40 días aquí vayamos todos a la Cena de las Bodas del Cordero con nuestro Señor Jesucristo, y así estemos todos en las Bodas del Cordero con nuestro amado Señor Jesucristo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA CONGREGACIÓN DE LOS PRIMOGÉNITOS INSCRITOS EN EL CIELO”.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, radioyentes y televidentes.

Y será hasta las próximas actividades que estaré – que estaremos teniendo en Fusagasugá.

Y luego, el domingo que viene, el domingo que viene estaremos de nuevo acá en Bogotá, en… ¿Cuántos saben dónde es? Calle 80 con 50. ¿Qué más? ¿Gaitán? ¿Ya saben dónde es? Bueno, ahí no sabíamos… yo tampoco sabía; aunque me dijeron: “Es más o menos por este lugar”, pero al no conocer así por acá, pues no sé en sí llegar así solo; pero estaré con ustedes allí. Va a ser domingo en la mañana y en la tarde, como hemos tenido siempre cuando tenemos actividades así.

Así que oren mucho por esa actividad, para que las bendiciones de Jesucristo sean derramadas sobre la congregación de los primogénitos inscritos en el Cielo.

Y estaremos también en Fusagasugá, en las actividades correspondientes que Miguel allá tiene durante el día con los ministros, y durante la noche también hay algunas programadas. Así que estaré allá también con Miguel para esas actividades.

Vamos a pasar a Miguel por aquí para que él continúe; y si tiene algún anuncio para darles acerca de las actividades durante la noche, para los que son de allá de Fusagasugá, sepan cuáles van a ser los días de actividades durante la noche.

Así que Dios les bendiga. Muchas gracias por vuestra amable atención, y pasen todos muy buenas noches.

“EL MISTERIO DE LA CONGREGACIÓN DE LOS PRIMOGÉNITOS INSCRITOS EN EL CIELO”.

[Revisión febrero 2023 -RM-JR]

[1] Génesis 14:18-20

[2] Hebreos 7:1-10

[3] Apocalipsis 3:14

[4] Apocalipsis 22:6

[5] San Mateo 25:21, 25:23

[6] San Juan 6:39-40, 6:44, 6:54

[7] Salmos 90:4, 2 Pedro 3:8

[8] Apocalipsis 1:5-6, 5:9-10

[9] San Juan 16:28

[10] Éxodo 12:21-28

[11] San Juan 10:27-30

[12] Éxodo 24:6-8, Hebreos 9:19-21

[13] Hebreos 9:22

[14] 2 Corintios 5:17, Apocalipsis 21:5

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